Unión ibérica en defensa del lobo

El lobo ibérico, uno de los símbolos más icónicos de nuestra fauna, se enfrenta a una de las mayores amenazas de las últimas décadas. El pasado 20 de marzo, el Congreso español aprobó una enmienda que excluyó a esta especie del Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (LESRPE), abriendo así la puerta a la “gestión” letal de esta especie en territorio español. Esta decisión, tomada en contra de informes científicos y sin diálogo con la sociedad civil, representa un peligroso retroceso en la conservación de esta especie.

La caza como método de “gestión” del lobo ibérico no solo es científicamente insostenible, sino que agrava los propios problemas que pretende resolver. Los estudios demuestran que la eliminación de individuos desestructura las manadas, provocando una dispersión descontrolada de lobos más jóvenes e inexpertos que, paradójicamente, puede aumentar los ataques al ganado. Además, este enfoque ignora soluciones probadas de coexistencia que reducen los conflictos sin comprometer la viabilidad de la especie. La gestión letal es un atajo peligroso, que prioriza respuestas simplistas en detrimento de una visión ecológica a largo plazo: una visión que reconoce el papel crucial del lobo como regulador de los ecosistemas y como patrimonio natural ibérico irremplazable. Matar lobos no es gestión: es la rendición de nuestra responsabilidad de coexistir con la naturaleza.

Ante este escenario, nació el Fondo para la Protección del Lobo Ibérico, una iniciativa impulsada por la Plataforma para la Defensa de la Cordillera Cantábrica y respaldada por más de 25 organizaciones de España y Portugal. El objetivo es claro: recaudar fondos para acciones legales, combatir la desinformación y fomentar la coexistencia entre humanos y lobos. Y la respuesta de la sociedad civil ha sido extraordinaria: solo en el primer día (22 de abril), la campaña de crowdfunding recaudó 12 000 euros. A fecha de este escrito (5 de mayo) ya ha reunido más de 30 000 euros. Esto demuestra que, incluso en un contexto político adverso, existe un apoyo popular a la protección de este depredador esencial.

El lobo ibérico no reconoce fronteras, y las manadas se mueven entre Portugal y España. La conservación de esta especie exige un enfoque conjunto entre nuestros dos países. Por eso, es significativo ver a entidades portuguesas —como Rewilding Portugal, QUERCUS y ZERO— uniéndose a esta campaña española. Si la protección legal del lobo se debilita en España, Portugal tendrá que enfrentarse a las consecuencias.

En nuestro lado de la frontera, la situación de la subpoblación al sur del Duero es especialmente crítica, con unas pocas manadas resistentes. Esta subpoblación dependerá cada vez más de individuos dispersantes procedentes de España para garantizar su viabilidad a largo plazo. En Rewilding Portugal trabajamos directamente con comunidades locales para fomentar la coexistencia con el lobo, mediante medidas como cercados a prueba de lobos y perros protectores de ganado. El objetivo no es solo evitar conflictos, sino demostrar que la presencia del lobo puede ser un valor añadido para los ecosistemas e, incluso, para el turismo de naturaleza.

A pesar de la narrativa polarizada que pinta al lobo como un “enemigo” del mundo rural, la realidad es que la mayoría de las personas reconoce su valor. Convertir al lobo en el chivo expiatorio solo oculta los verdaderos problemas que afectan a las economías y sociedades rurales. La rápida movilización de ciudadanos, científicos y ONGs en defensa del Fondo para la Protección del Lobo Ibérico es prueba de ello. Mientras algunos gobiernos ceden a presiones sectoriales, la sociedad civil se organiza —porque perder al lobo sería perder parte de nuestra identidad ibérica—.

La rápida movilización de ciudadanos, organizaciones y pequeños donantes en defensa del lobo ibérico es una señal clara de que la sociedad civil no aceptará pasivamente el desmantelamiento de décadas de conservación. Mientras decisiones políticas ponen en riesgo la protección de la naturaleza, las personas responden con solidaridad y acción —ya sea mediante donaciones, presión institucional o trabajo sobre el terreno—. Este movimiento no solo demuestra el amplio apoyo público a la preservación del lobo, sino que prueba que, cuando los mecanismos oficiales fallan, la sociedad civil puede y debe actuar como un contrapoder esencial. Esta campaña no es solo una recaudación de fondos: es un mensaje claro de que la conservación de la biodiversidad es una causa de todos, no solo de gobiernos o de técnicos.

El caso del lobo ibérico es un ejemplo más de cómo la implicación ciudadana puede cambiar las cosas. Mediante crowdfunding y otras iniciativas, la sociedad civil desempeña un papel insustituible en la defensa del patrimonio natural. En Portugal y España, cada vez son más los proyectos liderados por ONGs, científicos y ciudadanos que cubren los vacíos dejados por políticas públicas indecisas. Esto no es solo una tendencia positiva: es una necesidad. En un momento en que las crisis gemelas del cambio climático y la pérdida de biodiversidad se agravan, no podemos depender únicamente de instituciones lentas y sujetas a intereses sectoriales. La naturaleza es de todos, y su protección también debe ser una responsabilidad compartida.

Los grandes depredadores son fundamentales para ecosistemas saludables. Como una más de las especies que habitan este planeta, no tenemos ningún derecho a exterminar a otras por conveniencia. En concreto, el futuro del medio rural depende de soluciones innovadoras, no de balas.

Si queremos un mundo rural con futuro, es hora de exigir políticas con visión de futuro, en lugar de enfoques nostálgicos que pretenden revivir un pasado sin viabilidad económica ni social. Y, mientras tanto, iniciativas como esta campaña de crowdfunding demuestran que, cuando los gobiernos fallan, la sociedad civil está preparada para actuar. Nuestro único deber ante el lobo es defenderlo.

Este artículo refleja la opinión del autor y no representa necesariamente la postura de las organizaciones mencionadas

Artículo publicado originalmente en Expresso. Lea el original.

Pedro Prata

Director de Rewilding Portugal